Nunca mejor dicho: las imágenes (unas 60) pueden valer más que mil palabras en éste caso.
Hace pocos días, pude recorrer el que sin dudarlo (y me animo a decirlo) está entre los senderos costeros más bonitos del planeta: el trayecto de cincuenta y tres kilómetros del Parque Nacional Abel Tasman.
Simplemente los invito a acompañar una selección de fotos que hice en el parque, un deslumbrante despliegue de playas idílicas, jungla templada, estuarios de agua turquesa, ríos de colores inverosímiles:
Abel Tasman es el Parque Nacional tal vez más famoso de Nueva Zelanda. Se encuentra en la costa norte de la Isla Sur del país, en un clima templado.
Para empezar, un retrato en plena aventura. El parque solo se puede recorrer caminando, equipado, con los propios alimentos y equipo en nuestra espalda para acampar.
Si algo identifica a éste parque son su increíble colección de playas de todas las formas y tamaños, pero siempre con algo en común: aguas calmas, turquesa, como una piscina, y la jungla a pocos metros del agua:
La única presencia humana en el Parque son los mochileros y senderistas, pero no hay restos de civilización (solo en unos pocos puntos):
Vistas así, son las que sobran:
(no es el Caribe, aunque si no tocáramos el agua helada, casi lo creeríamos)
Nunca podría ser más bonito caminar en un lugar así:
Atravesar ríos que enloquecieron con sus colores:
Descubrir islas y un paraíso que se extiende hasta el horizonte:
Todo el sendero se interna por tramos en la jungla, y desvía hasta dejarte en una nueva playa:
Y cuando digo playa, digo playas como ésta:
O como ésta:
También hay numeroso estuarios que según las mareas, terminan invadidos por agua turquesa del mar, o simplemente, por agua de ríos prístinos que se encuentran con el mar:
(¿Había mencionado que hay playas increíbles?)
(creo que sí lo había dicho, pero insisto, hay playas increíbles, y solo algunas pocas construcciones para servicios del parque)
Una mañana pude ver el mar más calmo del mundo:
Otra mañana, pude caminar por una playa como ésta:
O pude espiar la costa desde la jungla:
Mirar hacia abajo, y descubrir la casa de mis sueños (o los de cualquiera)
Descubrir mil veces la hoja del helecho (que es el símbolo auténtico de Nueva Zelanda, está en su logo, y en todas partes):
Deslumbrarse con el agua más turquesa del mundo en un estanque:
Caminar una y otra playa y jamás cansarse de hacerlo:
Y no poder evitar, esa foto (tan poco original) pero que tan bien refleja el estado de esos días inolvidables:
Descansar en una playa donde los árboles mueren:
O también subir montañas y no poder evitar mirar hacia abajo:
Sentirse un explorador en un nuevo mundo:
(lo que se ve abajo es un lugar de acampada, nada mal para amanecer en un sitio así)
La playa de un náufrago (podría ser)
La jungla, a pocos metros de la playa:
A veces, hay que despertar muy temprano para atravesar un paso de marea (con la marea baja):
Pero madrugar tiene recompensas como ésta:
(otra forma de recorrer el Parque Nacional Abel Tasman es en kayak…¿Lo imaginan?, remar de una playa a otra, y así durante días)
También hay fauna, de día muy relajada…de noche todo se vuelve pura supervivencia (ya debería contar lo que uno escucha al acampar en un lugar así):
Y más ríos que enloquecieron de color:
Algunas playas están más concurridas de día, pero no mucho más que esto:
Y otras playas, están completamente desoladas, y el agua parece un cristal:
También hay cantidad de islas:
Pájaros de todo tipo (y sonidos que jamás había escuchado en mi vida)
(la fuerza de la naturaleza)
Y ya terminando, una colección de postales que jamás voy a olvidar.
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