A sus innumerables atractivos naturales y su patrimonio cultural se les suma una inagotable oferta de servicios y experiencias pensadas para grandes y pequeños. La Costa Brava es uno de los destinos idóneos para disfrutar del Año del Turismo Familiar en Catalunya.
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Poco podía imaginar el escritor Ferran Agulló (1983-1933) que el calificativo de brava con el que bautizó la costa que engarza de sur a norte las poblaciones de Blanes y Portbouiba a enmarcar uno de los destinos familiares de más tradición en Catalunya. Pero lo cierto es que, cien años después de ese exitoso bautizo, la Costa Brava, la deliciosa franja de mar y montaña que hermana las comarcas de La Selva, el Baix y L'Alt Empordà, se ha erigido en un referente de primer orden para las vacaciones familiares. Un dato lo demuestra: de las16 poblaciones de Catalunya que ostentan el sello de Destino de Turismo Familiar (DTF) seis se encuentren en la Costa Brava -una más, Sant Feliu de Guíxols, está en proceso de certificación y será la séptima de la zona- ejemplifica por qué es un destino único.
DE SUR A NORTE, DE CALA EN CALA
Pero ¿por dónde empezar? Como vértice sur de la Costa Brava, Blanes, población marinera prestigiada por la marca DTF, es un magnífico punto de partida. Lo tiene todo para una escapada familiar. Para empezar, playas y calas como las de Treumal o Santa Anna en las que disfrutar de un divertido día de sol y playa. Un plus estival: las actividades (desde fiestas de espuma, inflables, juegos, manualidades...) que durante julio y agosto propone el club infantil. Dos de los escenarios de Blanes que más sorprenden a las familias son sus dos jardines botánicos, entre los más sobresalientes del Mediterráneo: el Marimurtra y Pinya de Rosa, ambos con una diversidad floral de todo el mundo y unas vistas inigualables.
Los amantes del deporte en familia encuentran en la ciudad propuestas tan atractivas comoun paseo en bicicleta por el delta del río Tordera, mientras que para los apasionados de los viajes al pasado no hay propuesta más enriquecedora que conocer el legado cultural e histórico de Blanes a través de las visitas guiadas para familias que, durante los atardeceres de julio y agosto (solo viernes y sábados), la recorren. A un paso de Blanes, Lloret de Mar es otra de las coordenadas clásicas del turismo familiar del sur de la Costa Brava gracias a sus parques temáticos y de aventura, parques acuáticos, playas deliciosas... Gnomo Park es una sucesión inacabable de hinchables, minigolf y circuitos de juegos, mientras queArbre Aventura es un parque natural multiaventura en el que niños (desde los 3 años) y adultos disfrutan de descensos en tirolina, puentes colgantes o saltos entre los árboles con cuerdas y redes.
¿Y si el sol aprieta? Nada como la experiencia acuática que brinda Water World con su infinidad de toboganes, kamikazes, ríos rápidos, piscinas de olas... O un chapuzón en la playa principal de Lloret o en la playa de Fenals, donde cada verano los niños de entre 3 y 12 años disfrutan de sus dos miniclubs. En Lloret, los más pequeños también pueden dejar volar la imaginación a través de las visitas teatralizadas al patrimonio cultural de la ciudad, o bien paseando por el idílico paraje de Santa Cristina, descubriendo el pasado indiano de la ciudad a través de la visita al Museu del Mar o adentrándose a lomos de un segway en los majestuosos jardines de Santa Clotilde. Sin olvidar la experiencia de recorrer elCamino de Ronda y su sucesión de calas antes de hacer un alto en el castillo de San Juan y, desde su atalaya, otear el horizonte en busca de piratas como antaño.
Al norte de Lloret espera Tossa de Mar. Sus aguas tranquilas y de poca profundidad –como la conocida “sa banyera de ses dones” (bañera de las mujeres), una pequeña calita junto al extremo norte de la playa de la Mar Menuda o es Racó, la zona de la playa Gran situada bajo las murallas– son el escenario perfecto para un delicioso día de sol y playa. O de aventuras submarinas al estilo de Jacques Costeau, contemplando el fondo marino a bordo del barco Gavina para luego darse un chapuzón en la cala Giverola o alquilar un quad o una bicicleta eléctrica y adentrarse en los parajes cercanos de Terra Negra o la Torre dels Moros.
Por supuesto, tanta actividad despertará el apetito. En Tossa, toda la familia puede disfrutar de una de las referencias gastronómicas de la zona como es La Cuina de Can Simón, restaurante ubicado en una antigua casa de pescadores junto a la muralla medieval y que ofrece delicias caseras como el suquet de salmonetes, los raviolis de gambas o el pastel de limón con helado de merengue. Teniendo en cuenta el patrimonio histórico y cultural de Tossa, es más que recomendable recorrer el recinto medieval amurallado de la Vila Vella para acabar con una visita al Far de Tossa, hoy convertido en un fantástico centro de interpretación de faros. Pero Tossa no solo brinda propuestas relajantes y culturales.
También las hay adrenalíticas, como una jornada de paintball en uno de los centros pioneros de esta actividad en la Costa Brava: Paintball Can Garriga. Padres e hijos pueden disputar entre ellos unas divertidas partidas u optar por las batallas de pintura entre niños –de 7 y 13 años; precio: 15 e–, con bolas de pintura más pequeñas. Engastadas entre el macizo de Les Cadiretes y Les Gavarres, las poblaciones de Sant Feliu de Guíxols y Castell-Platja d’Aro ejemplifican la esencia de la tradición de turismo familiar en Catalunya.
La primera, con sus dos playas principales –la de Sant Feliu y la de Sant Pol–, es un regalo para las familias amantes del turismo activo y de la cultura gracias a las rutas senderistas o en BTT por l’Ardenya o a centros de cultura como el Espacio Carmen Thyssen. O rarezas únicas como el Museu d’Història de La Joguina, una espectacular colección privada de 3.500 juguetes fabricados entre 1875 y 1975. Por su parte, en Castell-Platja d’Aro, cuya fachada marítima es una retahíla de playas inacabables y pequeñas calas, todo invita a disfrutar del entorno acuático, ya sea con una divertida jornada en el parque acuático Aquadiver o iniciándose en sus cristalinas aguas con cursos de buceo e inmersiones de la mano de Diving Center Ictinio.
Los amantes de la historia –como los de las caminatas de lujo, entre las que el camino de ronda de S’Agaró ocupa un lugar de privilegio– disfrutarán de un viaje en el tiempo al discurrir por la villa romana de Pla de Palol hasta el núcleo medieval de Castell d’Aro, pasando por las masías fortificadas. Merece la pena abarcar con la mirada desde el mirador del Puig Pinell sus vistas panorámicas. Aprovechando la proximidad, bien merece una escapada Calonge-Sant Antoni para admirar su castillo medieval o hacer alguna de las rutas a caballo, en ponis o en carruaje pequeño (para niños a partir de 3 años) que propone el Centro Ecuestre Hípica Unicornio.
EL MAR, PARA NAVEGAR, BAÑARSE O BUCEAR
Con el macizo de Les Gavarres a tiro de piedra y un ADN marinero aún latente en su día a día, Palamós es uno de los epicentros turísticos familiares ineludibles del Baix Empordàgracias a la panoplia de experiencias y propuestas que brinda a las familias. Como muestra, un botón: una de las experiencias más inolvidables de una estancia familiar en la Costa Brava es la singladura a bordo del Rafael 1915. Y es que, entre junio y septiembre, el Museu de la Pesca de Palamós ofrece la posibilidad de navegar en esta vetusta embarcación, ¡una oportunidad única para que grandes y pequeños se conviertan por unas horas en auténticos lobos de mar! La excursión con vela latina (3 h 30 min de duración; 28 e) que cada día zarpa del puerto ofrece las sensaciones únicas de la navegación tradicional. Otra alternativa, pensada sobre todo para los niños, es la Ruta del corsario Barbarroja (1 h 30 min de duración; 15 e; de lunes a viernes y domingos), con las historias de piratas que aún se cuentan en la bahía de Palamós como protagonistas.
Entre Palamós y L’Estartit hay un rosario de pobla- ciones con encanto: Palafrugell, con sus recoletos arenales de Tamariu, Llafranc y Calella; la franja litoral de Pals y su villa medieval, con el mirador del Pedró oteando las Medes y el azul intenso mediterráneo... O Begur y su sucesión de playas y calas de aguas transparentes como Aiguafreda, Fornells, Sa Tuna o Sa Riera, un escenario idóneo para disfrutar de todas las actividades náuticas imaginables, desde una jornada de esnórquel, cursos de submarinismo, una excursión conkayak o practicar el esquí acuático. Aunque para estampas icónicas de la comarca del Baix Empordà, pocas como la aproximación a las poblaciones de Torroella de Montgrí y L’Estartit.
Sin duda, la mejor atalaya para contemplar su privilegiado emplazamiento es hacer una excursión hasta lo alto del castillo de Montgrí. Construido entre 1294 y 1301, desde la fortaleza, situada a 303 metros sobre el mar, es el gran mirador del Empordà desde donde otear el paisaje que se desparrama a sus pies: la bahía de Roses, el Canigó, el Montseny, les Gavarres, el Baix Ter y las islas Medes... Entre los tesoros de L’Estartit destaca sobremanera el archipiélago de las islas Medas, una de las reservas de flora y fauna más importantes del Mediterráneo y paraíso para los submarinistas. Para contemplar sus fondos marinos trufados de color y vida la mejor opción es embarcarse en el Nautilus. La visión submarina que brinda su cabina sumergida (19,50 e adultos; 12,50 e niños de 4 a 11 años; bebés de 0 a 3 años, 2,50 e) abre una ventana a praderas de posidonias, bosques de gorgonias, corales, barracudas, gigantescos meros... Aún con la boca abierta ante semejante espectácuo, no hay mejor colofón a esta inmersión que visitar al Museo de la Mediterránea.
Este museo es también la sede del Centro de Interpretación del Parque Natural del Montgrí, les Illes Medes i el Baix Ter, un parque de más de 8.000 hectáreas con un importante valor paisajístico y gran cantidad de habitantes marinos y terrestres. Lo cierto es que este delicioso tramo costero, con las playas de L’Estartit, de la Pletera y Mas Pinell o las calas Montgó y Pedrosa invita, por sus aguas poco profundas y tranquilas, a disfrutar de todo tipo de actividades en este entorno marítimo. De eso se encarga con creces la Estació Nàutica L’Estartit-Illes Medes, cuyas propuestas lúdicas adaptadas a diferentes niveles y edades van desde el esnórquel y las salidas a vela a las excursiones en moto acuática o las rutas guiadas en segway.
GRIEGOS, ROMANOS Y NATURALEZA
Además de rincones perfectos donde zambullirse, la medialuna del golfo de Roses enmarca otras aventuras en familia. Y es que ahí se encuentran poblaciones como L’Escala, Empúries, Sant Pere Pescador y Empuriabrava. En este rincón late el poso histórico de la Costa Brava, que pervive, por ejemplo, en las ruinas que dejó la cultura clásica en Empúries.
Aquí, con el recuerdo de la Emporiae romana del siglo I d.C., se puede conocer a algunos de sus antiguos habitantes y cómo vivían a través de las visitas guiadas y los objetos encontrados en el yacimiento que se conservan en el museo. Pero no solo el pasado es el protagonista de esta parte de la Costa Brava; también lo es una de las joyas ecológicas de L’Alt Empordà: el Parque Natural dels Aigüamolls de L’Empordà. Este mosaico de diferentes ecosistemas merece ser descubierto recorriendo por libre la red de itinerarios GR-92 y las rutas para BTT o de la mano de guías del Parque Natural dels Aigüamolls de L’Empordà –para saber todos los detalles acuda al centro de información de El Cortalet (Tel. 972454222)–.
Es una oportunidad única para contemplar la cotidianidad de especies animales como el gamo, el zorro rojo, el tritón jaspeado o la nutria. Por no hablar del espectáculo que supone observar las aves: los amantes de este mundo, de todas las edades y rincones del mundo, llegan hasta aquí para poder avistar algunas de las 329 especies que cruzan el parque en sus migraciones. El pato real, la garza imperial, la cigüeña blanca, el flamenco... miles de pájaros como éstos surcan durante ese periodo el cielo e impregnan los humedales de una original sinfonía de sonidos.
Contemplar el virtuosismo volador de las aves es probable que despierte en la familia el espíritu de Icaro, un sueño que en esta parte de la Costa Brava es fácilmente realizable. Un nutrido número de empresas especializadas permiten surcar los cielos y emular a las aves del parque. Por ejemplo, Sky Empuriabrava oferta vuelos de iniciación en avioneta despegando desde el aeródromo de Empuriabrava, un vuelo que puede ir desde los 15 a los 60 minutos (150 e-400 e) y que permite contemplar desde las alturas Roses, el Cap de Creus, las ruinas de Empúries y las Medes.
Para los que prefieren las panorámicas más sosegadas, siempre queda un viaje a bordo de un globo aerostático como los que propone Globus Empordà. Esta empresa ofrece recorridos (100 e) para niños de entre 5 a 10 años con los que disfrutar de los bonitos paisajes de L’Empordà.
DALÍ Y EL CAP DE CREUS
Las poblaciones de Roses y Portbou, con localidades notorias a medio camino comoCadaqués, Portlligat o El Port de la Selva, enmarcan la Costa Brava más septentrional, un retazo de Mediterráneo que atesora otro de los rincones naturales más puros de la región: el Parque Natural del Cap de Creus.
Roses, un destino de turismo familiar de primer orden gracias a su variado repertorio de actividades de ocio, es un magnífico campamento base familiar para adentrarse en este espacio protegido, así como las tradiciones, la cultura y la tradición gastronómica que late en las poblaciones de sus contornos. Por ejemplo, los barcos Els Blaus de Roses, catamaranes con ventanas sumergidas, desvelan las recónditas calas del Cap de Creus y la riqueza de sus fondos marinos en sus recorridos por las aguas.
No son los únicos tesoros que regalan. También la posibilidad, desde una perspectiva diferente, de pulsar el poso legendario de Salvador Dalí en la región. De eso se encarga la travesía que a bordo del barco tradicional Safari V (3 h; 19 e adultos; niños de 0 a 5 años gratis; de 6 a 12 años 50% de descuento), además de recorrer el extremo del Cap de Creus y algunos de sus rincones fascinantes –como la bahía de Guillola o la cueva del Infierno– recala en la luminosa y bohemia población de Cadaqués, donde Dalí pasó largas temporadas durante su juventud, y en la Casa-Museo de Portlligat, su refugio más perdurable junto a Gala, su esposa y musa.
Si quedan ganas de adentrarse en ese mar que nos ha acompañado en este viaje, pero queremos probarlo desde otra perspectiva, nunca es tarde para iniciarse en el buceo con un bautismo como los que, a partir de 10 años de edad (49 e), ofrece a pequeños y grandes Roses Sub. De vuelta en Roses y para recuperar fuerzas, nada como hacer un alto en uno de los restaurantes abanderados de la tradición gastronómica de la zona: Els Brancs, con una estrella Michelin.
Con renovadas energías, bien puede acabarse el día en el Parque Acuático Aquabrava o aprovechar para visitar la Ciudadela de Roses y el castillo de La Trinitat. Aquí se realizan actividades para los niños como “La mochila de Milfulles” (3 e), que permite descubrir cómo vivían y a qué jugaban los niños griegos y romanos o los soldados del fuerte, o “El juego del castillo”, una gymkana familiar (3 e) para descubrir los enigmas de la fortaleza.
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